HOMILÍA
AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD
OBJETIVO:
Ofrecer herramientas, para sus hijos en el
fortalecimiento de la autoestima, e informarse sobre cómo ésta incide en la
sexualidad.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
1-Entregar herramientas cómo pueden aportar a sus hijos elementos fundamentales de autoestima.
2-Informarles cómo la autoestima está directamente
relacionada con el comportamiento sexual y las relaciones en pareja.
3-Explicar cómo la relación de: “padre e hija” y
“madre e hijo” influyen en su autoestima y en la vida sexual de los niños.
4-Presentar el tema de hipersexualidad, basado en un
caso clínico con el fin de ilustrar la importancia que tiene la relación de
padres e hijos en e l autoestima y la vida sexual de los niños cuando llegan a
su adolescencia.
DESARROLLO:
A- Inicio con preguntas sobre qué entienden los padres
sobre Autoestima
B- Concepto de Autoestima desde una perspectiva
bio-psico-social
C- Herramientas para el Autoestima
D- Relación entre el Autoestima y la Sexualidad
E- Etapas psicosexuales desde el psicoanálisis
F- Herramientas para la Sexualidad. Roles Padre
e hija - Madre e Hijo
G- Tiempo para preguntas
Cuando
se tiene autoestima baja
-Hay que
enseñarles actuar sobre sus valores
-A
respetarse
-A que
acepte su lado negativo
-A
perdonarse si sienten culpa
-A que jamás
se victimice
-A ser
responsables con su propia vida (drogas)
-A
reflexionar sobre sus logros
-A que se
pregunte en qué es realmente bueno para que se enfoque al futuro
-A Cuidar
su aspecto físico
-A cuidar
su cuerpo
-A sonreír
-A que sueñe
visualizando un triunfo
-A que
celebre sus logros
-A que
acepte la ayuda de otros, pero que también puedes solo hacer las cosas
-A decir
si puedo
-A creer
en sí mismo
-A que no
se compare con los demás
-A que
huya del perfeccionismo-
-A que
adopte una actitud positiva
-A que
pongan en mute sus pensamientos negativos
-A que
aprendan de sus errores
-A que
creer es poder
-A ser
agradecido con lo que tienes
-A aceptar
que hay gente a la que no le gustas.
-Aprender
a utilizar afirmaciones
-A hablar
con familiares
-A hacer
algo por alguien (cuento del anillo)
-Crea un
ambiente adecuado en tu habitación
-Rodéate
de gente feliz con la que puedas sentirte bien
-Socializa
-Opina
sobre las cosas
-Saber
decir Sí y decir No es comunicarse con asertividad
-Aceptar
un cumplido
-Tener fe
en sí mismo
El verdadero valor del anillo,
de Jorge Bucay,
psico dramaturgo,
terapeuta gestáltico y escritor argentino
CUENTO
-Vengo, maestro, porque me siento tan poca
cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que
no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué
puedo hacer para que me valoren más?
El maestro, sin mirarlo, le dijo:
-Cuánto lo siento, muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después…- Y haciendo una pausa agregó -Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
El maestro, sin mirarlo, le dijo:
-Cuánto lo siento, muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después…- Y haciendo una pausa agregó -Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
-E..encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió
que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas. – Bien- asintió
el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño
de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó -Toma el caballo que está
allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este
anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por
él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro.
Vete y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó
a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta
que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba
la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y solo un
viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una
moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En su
afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre,
pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y
rechazó la oferta.
Después de ofrecer su joya a toda persona que se
cruzaba en el mercado -más de cien personas- y abatido por su fracaso, montó su
caballo y regresó.
Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la habitación. – Maestro – dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la habitación. – Maestro – dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
– Qué importante lo que dijiste, joven amigo -contestó
sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del
anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. Quién mejor que él, para saberlo.
Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto da por él. Pero
no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó
el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le
dijo: – Dile al maestro, muchacho que, si lo quiere vender ya, no puedo darle
más de 58 monedas de oro por su anillo.
– ¡¿58 monedas?! -exclamó el joven.
– Sí, replicó el joyero- Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… Si la venta es urgente…
El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
– Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como ese anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?
– ¡¿58 monedas?! -exclamó el joven.
– Sí, replicó el joyero- Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… Si la venta es urgente…
El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
– Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como ese anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?
Caso de Amalia
Llega a la consulta y cuenta que:
A la edad de 13 años que comenzó a tener
pololos, a sus 16 años había estado al menos con 10 chicos, pero con ninguno se
sentía bien.
Manifiesto en la consulta que ella no le
gustaban los hombres que tuvieran un carácter débil. Que ella era de carácter
liviano y que tenía muchas inseguridades y que no soportaba a los hombres que
fuesen débiles.
Al preguntarle por el padre, Amalia guarda
silencio por unos segundos. Luego responde titubeante que su padre tenía un
carácter muy fuerte y dominante y del que no se sentía amada.
Confiesa que a los 13 años con su primer
pololo comenzó su vida sexual. A los 18 años dice haber intimado con más de 30
hombres.
Con 26 años llega a la consulta y
manifiesta que cuando se acuesta con un chico siente que son los únicos momentos
en que se siente amada. Que ir a un carrete le implica tener que conquistar a
un hombre, y que si ese hombre es más difícil de conquistar al llevárselo a la
cama es como si se llevara un trofeo.