lunes, 19 de noviembre de 2018


HOMILÍA
AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD





OBJETIVO:
Ofrecer  herramientas, para sus hijos en el fortalecimiento de la autoestima, e informarse sobre cómo ésta incide en la sexualidad.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
1-Entregar herramientas  cómo pueden aportar a sus hijos elementos fundamentales de autoestima.
2-Informarles cómo la autoestima está directamente relacionada con el comportamiento sexual y las relaciones en pareja. 
3-Explicar cómo la relación de: “padre e hija” y “madre e hijo” influyen en su autoestima y en la vida sexual de los niños.
4-Presentar el tema de hipersexualidad, basado en un caso clínico con el fin de ilustrar la importancia que tiene la relación de padres e hijos en e l autoestima y la vida sexual de los niños cuando llegan a su adolescencia.

DESARROLLO:
A- Inicio con preguntas sobre qué entienden los padres sobre Autoestima
B- Concepto de Autoestima desde una perspectiva bio-psico-social
C- Herramientas para el Autoestima
D- Relación entre el Autoestima y la Sexualidad
E- Etapas psicosexuales desde el psicoanálisis
F- Herramientas para la Sexualidad.  Roles Padre e hija - Madre e Hijo
G- Tiempo para preguntas

Cuando se tiene autoestima baja
-Hay que enseñarles actuar sobre sus valores
-A respetarse
-A que acepte su lado negativo
-A perdonarse si sienten culpa
-A que jamás se victimice
-A ser responsables con su propia vida (drogas)
-A reflexionar sobre sus logros
-A que se pregunte en qué es realmente bueno para que se enfoque al futuro
-A Cuidar su aspecto físico
-A cuidar su cuerpo
-A sonreír
-A que sueñe visualizando un triunfo
-A que celebre sus logros
-A que acepte la ayuda de otros, pero que también puedes solo hacer las cosas
-A decir si puedo
-A creer en sí mismo
-A que no se compare con los demás
-A que huya del perfeccionismo-
-A que adopte una actitud positiva
-A que pongan en mute sus pensamientos negativos
-A que aprendan de sus errores
-A que creer es poder
-A ser agradecido con lo que tienes
-A aceptar que hay gente a la que no le gustas.
-Aprender a utilizar afirmaciones
-A hablar con familiares
-A hacer algo por alguien (cuento del anillo)
-Crea un ambiente adecuado en tu habitación
-Rodéate de gente feliz con la que puedas sentirte bien
-Socializa
-Opina sobre las cosas
-Saber decir Sí y decir No es comunicarse con asertividad
-Aceptar un cumplido
-Tener fe en sí mismo


El verdadero valor del anillo, de Jorge Bucay,
psico dramaturgo, terapeuta gestáltico y escritor argentino
CUENTO
-Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?
El maestro, sin mirarlo, le dijo:
-Cuánto lo siento, muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después…- Y haciendo una pausa agregó -Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
-E..encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas. – Bien- asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó -Toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y solo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En su afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la oferta.
Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado -más de cien personas- y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.
Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la habitación. – Maestro – dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
– Qué importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. Quién mejor que él, para saberlo. Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo: – Dile al maestro, muchacho que, si lo quiere vender ya, no puedo darle más de 58 monedas de oro por su anillo.
– ¡¿58 monedas?! -exclamó el joven.
– Sí, replicó el joyero- Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… Si la venta es urgente…
El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
– Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como ese anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?

Caso de Amalia
Llega a la consulta y cuenta que:

A la edad de 13 años que comenzó a tener pololos, a sus 16 años había estado al menos con 10 chicos, pero con ninguno se sentía bien.
Manifiesto en la consulta que ella no le gustaban los hombres que tuvieran un carácter débil. Que ella era de carácter liviano y que tenía muchas inseguridades y que no soportaba a los hombres que fuesen débiles.
Al preguntarle por el padre, Amalia guarda silencio por unos segundos. Luego responde titubeante que su padre tenía un carácter muy fuerte y dominante y del que no se sentía amada.
Confiesa que a los 13 años con su primer pololo comenzó su vida sexual. A los 18 años dice haber intimado con más de 30 hombres.

Con 26 años llega a la consulta y manifiesta que cuando se acuesta con un chico siente que son los únicos momentos en que se siente amada. Que ir a un carrete le implica tener que conquistar a un hombre, y que si ese hombre es más difícil de conquistar al llevárselo a la cama es como si se llevara un trofeo.