lunes, 22 de noviembre de 2010

LA TERCERA DEBILIDAD MASCULINA

LA  TERCERA DEBILIDAD MASCULINA
EL MIEDO AL FRACASO




Por Yuly Medellìn Correa, Psicóloga, Mag. Periodismo

“Esta puta incertidumbre me tiene agobiado”, fue lo primero que escuché de Diego, quien llegó a mi consulta casi arrancándose los cortos pelos de su cabeza. Luego agregó: “Duré cinco maricas años estudiando en la universidad y el huevón que se graduó dos putos años después ya tiene un puesto el h...

Yo, que me saqué un mejor promedio de notas estoy trabajando en una tienda de m…, y el huevón todo un vago en la universidad hoy es un alto ejecutivo de una multinacional. Para completar, mientras él contabiliza la plata ajena y la de sus abultados bolsillos disfruta de su carro último modelo. Y yo mientras cuento monedas tengo todavía que refregar mi trasero en los inmundos buses. ¿Por qué p… el sí puede y yo no?”,  preguntó con enojo.

El caso de Diego es la historia de muchos que durante siglos han tenido que soportar la dura carga de tener que asumir un rol importante y sostenedor dentro de su núcleo familiar y social. A diferencia de las mujeres el hombre que se educa tiene la competencia marcada en sus venas ya sea como un desafío y reto o idoneidad y suficiencia. Por lo general se siente atrapado en los significados básicos del poder. En muchos de los casos querer ser un triunfador a toda costa y por encima de lo que sea adquiere características obsesivas. Se ha dicho que un hombre necesita ser exitoso para competir y que una mujer necesita estar bella para igualmente competir. Juzguen ustedes mismos.

A pesar de que la sociedad ha evolucionado en sus criterios machistas sigue siendo cruel, despiadada y muchas veces violenta con respecto al rol que debe desempeñar el hombre. Precisamente el mismo hombre es duro con su mismo género, ya que no soporta que sea la mujer la que tome el rol de sostenedora porque van a implicar al varón como poco ambicioso y sin espíritu de progreso.

Cuando es la mujer quien toma la responsabilidad económica, las consecuencias afectivas muchas veces son mortales. La autoestima del hombre siempre va a tambalear, y la admiración de la mujer hacia su pareja comienza a estropearse. El desplome de la relación es sólo cuestión de tiempo.

En pleno siglo 21 las mujeres son igualmente descalificadoras ante el fracaso de un hombre o de su poco espíritu, aún más que el mismo hombre. Algunas mujeres coinciden con que convivir con un hombre alcohólico es aterrador, y ni qué decir de los mujeriegos crónicos, pero que convivir con un hombre que sea poquito se les hace imposible.

Pero qué decir de lo que opinan los mismos hombres sobre el hecho de convivir con una mujer cantaletera e ineficiente y frígida, para ellos eso es doloroso, pero convivir con una mujer exitosa y que sea económicamente independientes es tortuoso.


Definitivamente por donde se le mire la sociedad le tiene un mandato cultural al hombre que es opresor. Se le medirá su esencia por el rasero de sus propios logros.
Hay dos terribles mitos responsables del aprendizaje social del varón que explican su miedo al fracaso. Estas son: “vales por lo que tienes” y “Todo lo puedes".


“Vales por lo que tienes”

Es casi lo mismo que decir “No importa quién eres”. Ustedes son fieles testigos del ridículo que muchas veces hacen los varoncillos con poder y civilización cuando se encuentran en un centro comercial y ven como lucen cada uno. Al darse cuenta  que lucen casi como escolares con pantalones caqui, las mismas rayas de sus camisas y cierto caimán que los identifica ponen caras de gansos queriéndose despedir a prisa para no sentirse uniformados, No importa lo que tengan que pagar por vestir igual si esto los identifica como portadores de tarjetas de crédito, vivienda lujosa o auto deportivo. Estas son simples manifestaciones que están representadas por sus típicos signos de estatus y éxito social. El dinero, es la más evidente señal de supremacía masculina. Buscan enloquecidamente el reconocimiento.


“Todo lo puedes”

Esta nos priva de la mejor de las virtudes del hombre, su humildad. Aquí al varón no se le da derecho a equivocarse. Es típico encontrarse con desaforados hombres que casi se devoran las páginas de periódicos en papel o internet absorbiendo toda clase de temas para estar informados y tener la seguridad de cumplir con el estigma de ser sabelotodo, diligente, solucionador de problemas, jugar a ser el salvador y luego decir: “debo estar encima de todo, para que salgan bien las cosas".


A pesar de que actualmente las generaciones de varones se están construyendo con una mentalidad más tolerante y tranquila, más libre de estos mitos y más equivalente con respecto a la mujer, se sigue percibiendo esta debilidad masculina, -sobre el miedo al fracaso-, porque la sociedad todavía no termina de juzgar y mirar  muy mal al hombre subordinado y de poca aspiración.

Visita mi página web. www.consultoriopsicologico.cl



No hay comentarios:

Publicar un comentario